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No sorprende a nadie si hablamos en este artículo del entrenamiento en mujeres. Ha dejado de ser una revolución para estar, hoy en día, más presente que nunca.
Este auge ha provocado que las intensidades y formas de entender el deporte sean cada vez más altas, en busca de un rendimiento mayor.
Las cargas actuales de entrenamiento en mujeres y de competición plantean exigencias elevadas frente al organismo de las deportistas (Konovalova, 2013).
De este modo, no se nos puede escapar ni deberíamos entender el deporte femenino, sin estudiar en profundidad su relación con el Ciclo Menstrual (CM).
Según el Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología (American College of Obstetrics and Gynecology, ACOG, 2006) y la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, 2006), el ciclo menstrual debe considerarse un signo vital, casi tan importante como el pulso, la respiración o la presión arterial. Es por esto que debemos diferenciar qué ocurre en cada parte del ciclo y ver qué respuestas se pueden dar en relación al entrenamiento deportivo.
Para ello primero debemos diferenciar las distintas fases del CM
Fase menstrual (fase de descamación o menstruación).
El primer día de la menstruación es el inicio del ciclo menstrual. Se la considera generalmente como la primera fase del ciclo debido a la facilidad de determinar el día 1 (en realidad marca el final del ciclo menstrual). Esta fase hemorrágica o menstruación abarca entre los días 1‐3 del ciclo (Lorenzo y cols., 2006) o desde el día 1 hasta el 4 o 5 (Wells, 1992; y Moore y Persaud, 1999).
Fase folicular (Proliferativa).
La fase folicular va desde el 4o día hasta el día 14 del ciclo (Lorenzo y cols., 2006) con una duración alrededor de 9 días (Moore y Persaud, 1999).
Fase lútea (Secretora).
La fase lútea o secretora (Wells, 1992; y Lorenzo y cols., 2006), o secretoria o progestacional (Moore y Persaud, 1999) comienza tras la ovulación (día 14) hasta el día 28 que es cuando comienza el primer día de la menstruación del siguiente ciclo. Esta fase tiene una duración de alrededor de 13 días, y coincide con la formación, funcionamiento y crecimiento del cuerpo amarillo (Moore y Persaud, 1999).
El rendimiento físico máximo requiere que una serie de funciones mentales y físicas actúen de forma óptima. Las hormonas femeninas pueden afectar a muchos de estos factores, por lo que el ciclo menstrual con sus cambios en los niveles de estrógeno y progesterona puede influir en el rendimiento de muchas maneras. La presencia relativamente común en las atletas de algunos cambios o características de su ciclo menstrual (como amenorrea, oligomenorrea, anovulación o fase lútea corta) complica aún más el panorama.
La relación entre el ejercicio físico y el ciclo menstrual ha sido y es muy estudiada, pero en muchos de ellos llegan a conclusiones contradictorias (Ramirez Balas, 2014).
Es por ello que vamos a hacer un análisis de la literatura actual en busca de una pequeña guía que nos ayude a abordar el entrenamiento femenino desde un prisma más adecuado. Para este fin habrá que tener en cuenta también los cambios psicológicos, en los cuales, si bien no hay nada definitivo, se tiende hacia la idea de que la influencia negativa de las variaciones del CM, alcanzan su cúspide en las fases premenstrual y el inicio de la menstrual.
Un primer punto claro es que el entrenador necesita conocer la duración del ciclo menstrual de sus deportistas, para tras esta premisa, ajustar las cargas. Conocido la duración del ciclo de cada deportista podemos calcular el numero de ciclos al año, y de este modo conocer los días con una alta capacidad de trabajo al año (Vrubliovskiy, 2003)
La capacidad de trabajo en las deportistas durante el ciclo menstrual
No hay duda, que los cambios periódicos relacionados con el ciclo menstrual dejan huella en el estado funcional de las deportistas y, particularmente, en la capacidad de trabajo. Varias investigaciones confirman el hecho que el desempeño deportivo de las mujeres varía en las distintas fases del ciclo menstrual (Konovalova & Rivera, 2012), siendo una clara evidencia que, realizar actividad física o ejercicio físico durante el periodo menstrual es, además de seguro, beneficioso. Debido a su capacidad para aliviar tanto los síntomas premenstruales como cólicos y calambres (American College of Sport Medicine, ACSM, 2005).
Sin embargo, podemos determinar con certeza que un exceso de actividad física de manera prolongado, y sin un correcto descanso puede provocar la “triada del atleta femenina”. Que tendría como consecuencia amenorrea, osteoporosis y desorden alimentario.
Los resultados del trabajo de (Pallavi y col, 2017) revelan que la fase del CM más idónea para el trabajo de fuerza muscular es la fase folicular. Esto pudiera ser debido a la variación en las hormonas reproductoras. De igual modo, durante esta misma fase, se dan niveles de fatiga más bajos.
Con esta información, y otros estudios en ciernes, podemos concluir que la fase folicular es la más apropiada para realizar grandes esfuerzos en períodos de entrenamiento, siendo muy importante antes grandes objetivos hacerlos coincidir con esta fase.
Bibliografía:
• EL CICLO MENSTRUAL Y EL ENTRENAMIENTO DEPORTIVO:UNA MIRADA al PROBLEMA. Elena Konovalova. 2013.
• Dirección del proceso de entrenamiento de las mujeres en las modalidades atléticas de velocidad y fuerza. VRUBLIOVSKIY, E.P. 2003
• Dinámica del rendimiento de las jóvenes deportistas durante el ciclo menstrual. KONOVALOVA, E.; RIVERA, M. 2012.
• Quantitative Human Physiology: An Introducction, Feher, (2012), pp. 850.
• EFECTOS DE LAS FASES DEL CICLO MENSTRUAL SOBRE LA CONDICIÓN FÍSICA, PARÁMETROS FISIOLÓGICOS Y PSICOLÓGICOS EN MUJERES JÓVENES MODERADAMENTE ENTRENADAS. ALMUDENA RAMÍREZ BALAS. 2014.
• Pallavi y col, 2017; J Clin Diagn Res 11: CC11-CC13)